40 años años no es nada

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Publicado en el Libro “Voces para la Reconciliación”.Editado  por Hernán Larraín y Ricardo Nuñez

40 años años no es nada

“Me han preguntádico varias persónicas” 

¿Estoy reconciliado con aquellos que me declararon la guerra el 11 de Septiembre de 1973?. Respondo si, y sin ninguna duda; lo he conversado y lo he soñado. Veamos si puedo mostrarlo.

Recuerdos

 

El movimiento popular y nacional, impulsor de las reformas democráticas por la equidad que empezó con Frei llegó a su cumbre con Allende,  se dividió 1973. Una gran huelga de los mineros del cobre y de importantes grupos medios, los médicos entre ellos, se pusieron en contra del gobierno de la Unidad Popular y empujaron su caída. ¿Cómo viví ese tiempo?

En ese período yo trabajaba en el Hospital de Nueva Imperial y logramos evitar allí la huelga médica, a pesar de la orden del Colegio Médico. También estaba encargado, con el apoyo de todas las fuerzas políticas, incluido el Partido Nacional, y de todas las fuerzas sociales, incluido el comercio, de asegurar mediante fichas que todo el pueblo, sin discriminación, tuviese aceite y azúcar a entregar por el comercio establecido. Además, unas semanas antes del golpe, convine con Celindo Silva, presidente de la Democracia Cristiana que nosotros los de la Unidad Popular lo apoyaríamos para que él fuese Gobernador del Departamento en caso que la crisis nacional se agudizara. En Nueva Imperial no hay un solo muerto producto del Golpe, porque allí nunca se rompió la trama comunitaria.

En medio de esa división, la derecha logró convencer a las fuerzas armadas para que iniciaran una guerra contra más de la mitad de Chile, la más pobre. El comando golpista preparó con tiempo “el Golpe”. Es así que recuerdo unas ‘ricas  onces’, allá por 1969, en casa de Gutiérrez Olivos, quien habia sido embajador de Chile en los U.S.A. Invitados, por una vez, estabamos José Joaquin Bruner y él que escribe. Además del anfitrión y su hijo, los otros comensales al ‘tesito’ eran Hernán Larrain Fernandez, Arturo Fontaine Aldunate y Jaime Guzmán Errazuriz. A éste último le pregunté, en un aparte, ‘¿que iba hacer Alessandri, si ganaba, ante un Movimiento Popular en ascenso?’, me respondió: ‘entonces haremos entrar a los militares’.

No ganó Alessandri, sino Allende, y el Movimiento Popular en subida,  logró el apoyo de la Democracia Cristiana y Nixon pidió a sus asesores “hacer chillar la economía chilena”, provocar e incluso financiar el caos.

Aquí en Chile mi cuñado, Oscar González Clarke, en 1971, postula a la Presidencia de la Juventud Demócrata Cristiana, compitiendo con Hormazabal, presentándose él y sus seguidores uniformados y proponiendo salir a la calle a combatir a los jóvenes de la UP para obligar a Allende a rectificar. Sin embargo, en la revista Política y Espíritu, Claudio Orrego Vicuña critica la propuesta de González Clarke planteando, en su articulo “La Táctica de los Generales Rusos”, que a los de la Unidad Popular hay que dejarlos equivocarse para que cuando llegue ‘el invierno’, podamos derrotarlos.

Se cumple lo planeado y el Golpe llega contra más de la mitad de Chile. Más de la mitad pues el mismo día 11 de Septiembre, 13 diputados democratacristianos, encabezados por Leighton, se pasan a la oposición al gobierno militar. Esa mañana de 1973, Allende señala el camino que el pueblo debe seguir.

Allende abandonado por los generales ve caer el puntal de su fuerza; antes habia perdido la fuerza pues se habia dejado aislar y debilitar. Aislar, al no haberse puesto de acuerdo con la Democracia Cristiana de Fuentealba para fijar como reserva las 40 hectáreas de riego básico en la Reforma Agraria y definir constitucionalmente el Area Social de la Economía. Debilitar por no haber propuesto una reforma del Estado concordante con la nueva realidad política como era el proyecto de la Asamblea Unica. Obvio era esperar la agresión de los USA y el acuerdo de esta con la Derecha Chilena y por ello debió Allende  detenerse en lo económico y avanzar en lo político.

En el instante del golpe, sólo pide ‘no dejarnos avasallar’ y confía en que el mal desatado terminará algún día “y se abrirán las anchas alamedas”. Allende propone la doctrina de los fisicamemente débiles y moralmente fuertes ante la violencia, ser pacíficos, incluso poner, “la otra mejilla” para así desarmar la furia criminal del adversario y en la relación, ahora permeable, hacer llegar su demanda al interior del agresor aislando al recalcitrante del privilegio y de la guerra. El suicidio de Allende fue la máxima postura de su “otra mejilla” y con su gesto a muchos nos salvó la vida al bajar la ira del fratricida.

Lo anterior no quitó usar las diversas formas de lucha para expresar por todos los medios las  demandas de libertad y justicia. Así fue como el pueblo chileno durante las   Jornadas de Protestas en los 80 mostró ante el mundo que Pinochet y su política debían terminar. La inmensa masa, atomizada por la política económica del régimen militar, se unió en un gran bloque antipinochetista y remeció al país por 4 años logrando obligar al gobierno a cambiar sus políticas. Es así como la devaluación impide poner el país en venta, el subsidio a la vivienda y las bandas de precios para los productos agrícolas activan el mercado interno, se abre la puerta para la participación de los exiliados en la política y en el mercado; a mi me dan permiso para volver en 1985. La derrota de Pinochet en los 80 posibilitó el funcionamiento de un mercado más libre en que todos participan, lo cual favoreció el crecimiento económico; antes de las protestas solamente “concurrían” al mercado los “amigos” del régimen.

Los años de las protestas que gritaban “y va a caer y va a caer” hicieron caer al  primer gobierno de Pinochet. Para no caer del todo tuvo que cambiar, tuvo que aceptar las exigencias de quienes había catalogado como su enemigo y asumir parte del programa del movimiento popular. Este último fue apoyado por un “quantum” de amistad en el terreno de quienes se habían definido como adversarios eternos de la  izquierda. Es el caso de Leigh, quien había prometido extirpar el “cáncer marxista” y ahora aparece aliado con aquellos a quienes así había motejado.

Nuestra primera victoria estuvo en la derrota de la política de guerra y la apertura de una política electoral en que la disputa social se haría posible por medios pacíficos, es decir mediante un plebiscito con razonables garantía para todos; como fue la sentencia dramática del Tribunal Constitucional cuando se ganó por 4 a 3 que el referendum fuese con Tribunal Calificador de Elecciones. Se imaginan los chilenos votando en 1988 como en 1980…otro ‘pedacito del carnet’.

Esa apertura no fue una concesión graciosa del régimen militar, sino expresión de la victoria del movimiento popular que disponía de suficiente apoyo militar al interior del régimen y también fuera del mismo, como lo certificó el caso Carreño. El modelo pinochetista original: la guerra, el enemigo interno, ‘los humanoides’, los prisioneros políticos, la exclusión ideológica, los despojos de nacionalidad, los desterrados, los desaparecidos, había sido derrotado. Las protestas obligaron al régimen militar a negociar la paz y la victoria política fue sancionada en el plebiscito del 88, con el acuerdo de paz del 89 -reforma constitucional mediante ampliamente votada – y finalmente con la elección de Aylwin el 90 que abrió paso a 5 gobiernos para el  “crecimiento (pero) con equidad”.

Vivencias hoy

Vivimos en el pais que nació en uno de los ‘1000 días más luminosos de la Historia de Chile’  según alguna vez dijo Palestro, pues sentaron las bases del Chile Democrático, Moderno e Independiente que hoy transitamos. Hagamos un recuento: el Cobre fue nacionalizado mediante una ley votada por la unanimidad del parlamento y con ello aumentó no sólo el ingreso nacional sino la autonomía de la nación chilena …. la educación se extendió…..la mortalidad infantil descendió, vacunas y leche para los niños mediante ….el fin del latifundio y del vasallaje campesino y el asentamiento de miles de ellos como parceleros crearon condiciones en el agro para inversiones que aumentaron la productividad y permitieron una economía exportadora….la debilitación de los intereses oligárquicos agroindustriales hicieron posible la baja de aranceles….el voto de los soldados y suboficiales, propuesta del MIR que el Gobierno Militar implementó, inicia la democratización de las Fuerzas Armadas…. la derecha, ahora centro derecha, lucha con credibilidad popular contra la pobreza…. ninguna etnia ni clase tiene el privilegio de la belleza…. el ecumenismo del Estado, con los Tedeum Ecuménicos, abre espacios a los evangélicos …. los mapuches, raiz cultural de Chile, acrecientan su tierra y su irradiación….la unidad política de la izquierda, a quien Allende pudo haber dividido, quedó con su sangre sellada para siempre.

El Chile Moderno, una sociedad de más iguales en las oportunidades, lo inició Frei y lo llevo a su culminación Allende y a pesar del intento restaurador de Pinochet, su gobierno tuvo que cumplir algo de lo que la izquierda propuso. La democracia y la economía de mercado, es decir la modernidad, no pueden funcionar bien sin equidad y hoy la Alianza y la Concertacion se pelean la bandera de distribución del ingreso o la sociedad de oportunidades, ello es muestra de nuestra segunda victoria.

Esa victoria del ideario de la justicia social nació tan tempranamente como en 1972. Un ejemplo en medio de la Unidad Popular. Jaime Guzmán, ligandose al movimiento popular y oponiendose a las estatizaciones, propone una reforma de la empresa que la socializa internamente; dice Guzmán: “Estimamos que la estructura tradicional de la empresa debe ceder su paso a otra, más justa y más humana. Con fórmulas diferentes según la importancia que en cada empresa tenga, el trabajo y la organización, y reconociendo siempre al capital un margen mínimo de utilidad que lo atraiga a arriesgarse para crear nuevas  riquezas, deben establecerse los mecanismos adecuados para que quienes trabajen en una unidad productiva, tengan efectiva participación  en la gestión, propiedad y utilidades de ella”. [1]

En el contexto de la guerra que nos declararon, la economía de mercado fue usada también como una arma, atomizaba al “enemigo interno”, sin embargo una vez obtenida la paz, mediante las protestas como ya se ha dicho, la economía de mercado libre se transformó en una arma que también se puede usar hoy para la equidad; hasta la KGB y el PC Chino o Vietnamita se dieron cuenta de la ineficiencia de mercados planificados centralmente.

La añoranza por el Estado de muchos de nuestros dirigentes, como el único instrumento para alcanzar la equidad está equivocado, también puede hacerlo un mercado libre regulado para no conceder privilegios a nadie y si lo hace por razones técnicas, todos podemos ser accionistas de esas empresas de rentabilidad segura como son las Sanitarias, Electricas etc. A nadie concederle un privilegio y si alguno lo requiere, todos vamos en la ganancia.

¿Por qué mis compañeros no ven con suficiente nitidez nuestras victorias y al no verla no podemos confiadamente desplegarla y, en cambio, nos pasamos la vida buscando reformas a una constitución que los derrotados demandaron para firmar la paz?. ¿Por que tenemos nostalgia de una constitución política, la del 25, como si ella no hubiese sido también producto de un golpe militar?, ¿Por qué no reconocemos que hubo una guerra, preventiva pero guerra al fin, desatada a nuestro pesar y nunca aceptada totalmente por nosotros?. ¿Por qué no apreciamos la paz para la equidad como nuestra gran victoria?

¿Victoria?….si victoria aun cuando algunos de nuestros mismos “compañeros” quieren hacernos creer que fuimos derrotados, ellos lo hacen en nombre del terror a que fuimos sometidos. Sin embargo toda victoria tiene sus pérdidas, pero el balance es azul.

Esos muertos que enterramos varias veces, ¿qué nos piden? ¿Venganza u otras Victorias?, yo diría que otras victorias. Según el Deuterenomio, 32-35, Dios nos dice: “… Mía es la venganza….”; pero hoy podemos dar un paso más acá del Antiguo Testamento y recordar que perdonar, “setenta veces siete”, es un buen ‘negocio’. Asi es, pues todo lo bueno que me sucede viene de Dios y cuando algo malo recibo es el bien de un otro que buscando lo suyo me hace daño y  por ello me hace bien otorgarle el perdón; comprender el bien del otro(a); aunque éste sea mínimo, aumenta mis bienes.

Sí, aquí hubo una guerra, diseñada más por los civiles de derecha que por los generales, y el pais la considera una guerra injusta y por ende desligitima a la derecha, ella no ha quedado bien parada, no son  ‘los buenos de la película’. Fue la  Derecha como bloque social la que perdió la guerra preventiva que desató; las guerras siempre las dirigen los políticos, y los buenos militares lo saben. La denuncia y el reconocimiento de los excesos es sólo una manifestación más de la pérdida de legitimidad de los políticos y sectores sociales que sustentaron el régimen militar.

‘En política y amores’, gana quien se queda con el corazón del otro, y la derecha se quedó sin el cariño de la gente y, por lo mismo, debió buscar una democracia que la protegiera…’ y ahora último, politicos que votaron por el NO para representarla.

En síntesis, la Derecha perdió la guerra, en el único terreno que las guerras se pierden o se ganan, el político.   Clausewitz dice que “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. En mi opinión, su aserto es demasiado militarista. Prefiero decir que la guerra es una de las formas de hacer política y ella no excluye la simultaneidad de las otras.

Hace unos años, una historiadora me preguntó: ¿Qué ideas lo separaban de Jaime Guzmán?. Le respondí. ‘Mirado desde hoy, no me separaba la Reforma de la Empresa que Guzmán proponía en la Revista Portada en 1972,  ni tampoco la Economía Social de Mercado; una cosa con otra pueden conducir a la Equidad. Tampoco  me separaba el Cristianismo como  tradición cultural que  lleva a vivenciar la vida humana como hijo de Dios. Lo que me separa de Guzmán fue su decisión de usar la Guerra para dirimir las diferencias entre los chilenos’.

Esperanzas para el Mañana

Cuando tenía 20 años sentí como una agresión que hubiese gente más arriba y más abajo, a unos les veía la coronilla y a otros la pera. Hoy se puede hablar del “maravilloso y misterioso mundo de la gente” que muestra que dicha agresión está bastante aventada y “nadie” como decía Musso un entrenador de la Chile, “es más ni menos que uno”. ¿Termina el aserto con las jerarquías?, por supuesto que no, pero asume que cada persona es superior o “maravillosa” en su particularidad “misteriosa” y por ende ninguna jerarquía genera dependencia interpersonal; es como si fuese entre hermanos. Sucedió producto de muchos procesos materiales que la modernidad trajo en nombre de la libertad. Son nuestras superioridades personales las que intercambiamos en el mercado.

Hoy se trata de escuchar a los otros y ver como detrás de reclamos, peticiones, declaraciones y recuerdos, asoma una propuesta que puedo conectar a la mia y asi generar algo nuevo, un acuerdo. Un acuerdo es un intercambio en un mercado sano, con buenas reglas.

¿Tenemos buenas reglas para el intercambio?. Heredamos una larga cantidad de preceptos para guiar las relaciones interpersonales, que muchas veces bloquean los buenos acuerdos. ¿Que hacer? Emprender la renovación normativa de las relaciones sociales o reforma del estado. Hacerlo supone reformar cuatro grandes organizaciones que colocan los preceptos y así regulan el mercado; ellas son la Salud, la Educación, La Justicia y la Seguridad.

Yo trabajo en la organización que a partir de la enfermedad coloca las normas para la salud – las preventivas y curativas – pautas que disminuyen o frenan los factores agresivos  que afectan a las personas y apoyan los síndromes reactivos para así preservar y desarrollar el capital humano: espiritual, emocional, cognitivo y motor.

¿Tenemos instrumentos politicos eficientes para llevar a cabo las reformas necesarias?. Veamos, ¿cuanta confianza tiene usted en el Congreso?, preguntó hace poco tiempo la encuesta CEP. La respuesta fue categórica: apenas un 13% dijo aprobar y legitimar la labor de los legisladores. Fue la segunda institución peor evaluada del país junto con los tribunales y solo superó en respaldo a los partidos políticos, que obtuvieron un 7%. ¿Que hacer con tan poca autoridad?

Tal ver, debamos hacer una Reforma Constitucional Quirúrgica que reforme el sistema electoral: Cámara Unica – el Congreso DC ideológico ya la aprobó -; nuevos distritos electorales por comunas o asociación de las afines o fracción de las muy grandes y sistema mayoritario, como el parlamento de  Coz Coz. El que salga elegido se obliga a todos y sólo la unidad local da la fuerza. Tal propuesta contaría con el apoyo de los alcaldes de Chile, ellos si son autoridades legitimadas y, cuando la pierden,  el Tricel ‘los saca’

¿Tenemos una espiritualidad que nos ayude a reconciliarnos y desarrollanrnos? Si, hay muchas fuentes de agua viva pero acudamos a la más familiar: “……la Ley no llevó nada a la perfección, pues no era más que introducción a una esperanza mejor, por la cual nos acercamos a Dios”. (Hebreos 7,19). O también: “De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevamos a Cristo… pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo” (Gálatas 3.24-25). O “Cristo es el fin de la ley”. (Romanos 10-4). Si es así,  Jesús no murió por nuestros pecados sino que vino a  terminar con el   predominio de la ley y no pudo escapar de los que se beneficiaban administrándola.

Reconciliado sí, no sé si alguna vez no lo estuve, pero ahora más que nunca pues estoy ‘parado’ en mis victorias y desplegando mis ‘puentes de plata’. Espero dar mi aporte a todos aquellos que intenten orquestar voces chilenas para ayudar a nuestros hijos y nietos a vivir sus existencias en un patria más fraterna.

Temuco. 31 de Enero del 2013                   Miguel Angel Solar Silva

miguel.solar@gmail.com

P.S.

‘Y más no cántico porque no quiérico

Tengo flojérica en los zapáticos

En los cabéllicos, en la camísica

en los riñónicos,en el cintúrico’

[1] Jaime Guzmán E.  Párrafo del libro,  “La Iglesia chilena y el debate político”, editado por Tomas Mac Hale, 1972, Ediciones Portada: citado en la Revista de  Estudios Públicos, Nº 42, Otoño 1991, páginas 297 a 298.


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