Toda persona humana, siempre esta tensionada para alcanzar un bien más allá de sí misma, perennemente en camino a su propia trascendencia, a su fe, “…aferrado a lo que espera”, a su lugar de inmenso bien que lo atrae y ordena y para el cual vive; el corazón de cada uno es una flecha lanzada hacia lo que ama. La buena vida humana, vía crisis, consiste en un progresivo develar la propia utopía en medio de la comunidad portadora de la tradición del bien antes revelado y depositado.
MAS.